La evolución y sus pruebas

Actualmente en el mundo hay 7,77 millones de especies animales diferentes. Según Darwin y Wallace, todas proceden del mismo individuo y definieron la evolución en su teoría como “descendencia con modificación”. A partir de este ancestro común, las condiciones del medio ambiente sumado a los cambios tanto favorables como perjudiciales que ha sufrido han creado la biodiversidad que conocemos hoy. Como medio de explicación para la evolución, recurren a una serie de pruebas capaces de explicar esta biodiversidad.





Pruebas biogeográficas: existe una distribución de un conjunto de especies emparentadas, que habitan lugares relacionados entre sí por su proximidad, situación o características, donde cada grupo se ha adaptado a una unas condiciones determinadas. 

Un ejemplo de esto es el ornitorrinco, cuyo antepasado más lejano es el Teinophodos, el cual existió hace 125 millones de años, en Australia. Durante la edad Aptiana(desde 125 a 113 m.a), este mamífero monotremado se extendió por otras zonas del mundo como Francia, donde por selección natural dio lugar a su predecesor, el Steropodon. A pesar de esto, esta especie no consiguió adaptarse por lo que acabó extinguiéndose. 


Teinophodos 


Otro caso es el de los colibríes, que han estado reinventándose como especie desde hace 22 millones de años. Se conocen más de 25 especies diferentes de estos animales en una misma zona, por lo que la diversidad del nicho nectarívoro es muy alta. Además, por selección natural, el beija-flor ha ido adaptando su pico dependiendo del tipo de flor de la que se alimenta, ya que el medio eliminó a las aves cuyas conformaciones dificultaban la obtención del néctar, favoreciendo los cambios beneficiosos en el pico. Esta diversidad se debe a que en un principio todos se alimentaban del néctar de un mismo tipo de flor y al desaparecer esta del medio, los colibríes se vieron obligados a buscar otra fuente de alimento en otras flores de su biotopo. 

Pruebas paleontológicas: mediante el estudio de los fósiles podemos observar cómo unas especias se han transformado en otras, ya que es posible reconstruir las características que estas fueron desarrollando al ir adaptándose al medio. 

Un ejemplo de esto es el beija-flor o colibrí, cuyo antepasado es el Archaeopteryx, una especie que supuso la transición entre los dinosaurios y las aves modernas. Hace unos 150 millones de años, los dinosaurios voladores comenzaron a tener plumas, ya que, por selección natural, los que tenían plumaje presentaban una ventaja respecto a los que no. Esto significó el comienzo de la evolución hacia las aves. Otro antepasado del colibrí es el Confuciusornis (la primera ave conocida con pico) que habitaba en Europa. Cabe destacar que aún hoy en día es un misterio la aparición del beija-flor en América después de su extinción en Europa aunque probablemente la presión del medio provocara su migración a tierras americanas.

Confuciusornis 

Pruebas morfológicas: al comparar las estructuras entre distintas especies tanto a nivel anatómico como funcional, encontramos ciertas similitudes. La anatomía comparada ofrece evidencias estructurales de la evolución, de tres clases: 

Homólogas: son aquellos que tienen la misma, o parecida estructura interna, pero pueden estar adaptados a funciones muy distintas. Los ejemplos más claros son entre los animales actuales y sus antecesores ya que compartían muchas características estructurales como pueden ser el las alas del beija-flor con las del Archaeopteryx o la cabeza del ornitorrinco con la del Sterophodon. 


Archaeopteryx 


Otro ejemplo sería el Halitherium, uno de los antepasados más antiguos del dugongo y uno de los primeros sirenios que existieron. Su similitud con el dugongo es extrema. 

Análogas: son aquellas que a pesar de su parecido tanto anatómica como funcionalmente no provienen de un antepasado común. Un ejemplo perfecto para esto es la cola del ornitorrinco la aleta caudal del dugongo, ya que las dos cumplen la función de locomoción en el agua. Además, los machos del anteriormente mencionado comparten una analogía con los elefantes al presentar incisivos. 



Vestigiales: son los diferentes órganos que poseen todas las especies. Estos han perdido la función que realizaban en sus antecesores comunes. La vestigialidad ocurre cuando la función que desempeñaba esta estructura no está sometida a presiones de selección y por esta razón, no supone ninguna ventaja ni desventaja por lo que puede persistir a lo largo de la evolución de la especie. La pelvis del dugongo es una estructura vestigial que incluso en uno de sus antecesores más antiguos, el Halitherium, se presenta bastante reducida. De hecho, este animal procedente del Eoceno (+ 50 millones de años) presentaba patas traseras muy reducidas y dedos en las aletas pero que no sobresalían.




Pruebas de comportamiento: diferentes especies presentan patrones de comportamiento muy similares, lo que significa que pueden descender del mismo antepasado. El dugongo y el manatí presentan comportamientos similares en su movimiento, lento y pesado, en su alimentación, ya que los dos siguen la misma dieta herbívora y en su hábitat debido a que los podemos encontrar al este de África y en el Océano Índico y Pacífico. 


En conclusión, la teoría de la evolución de Darwin y Wallace puede explicarse mediante todas estas pruebas. Con el tiempo, este repertorio aumentó con la unión de las pruebas embriológicas y las moleculares. Lo increíble de esto es que todos los motivos pueden relacionarse entre sí, al igual que todos las especies que nos podamos imaginar.