Antonio Machado


Antonio Machado, nacido en Sevilla en el siglo XIX, fue un poeta, escritor y dramaturgo español, aunque también profesor en ciudades como Baeza. Destaca principalmente por su labor como poeta. Fue además el miembro más joven de la generación del 98. Su vida estuvo dedicada a la enseñanza, a la poesía, a la difusión de los valores democráticos.
Concibió en su primera etapa obras modernistas y evolucionó hacia un intimismo simbolista con rasgos románticos arraigados a sus penas emocionales en su mayoría. Era una poesía de compromiso humano que siempre acompañó desde su ámbito ideológico: estaba muy ligado a la República, sentimiento que compartía con sus otros compañeros ilustres.
Machado no vivió en una agradable época de la historia española. Él reflejaba en sus versos la gran barrera ideológica de los dos bandos enfrentados en una Guerra Civil espantosa y destructiva.
En 1939, tras una larga huida con algunos miembros de su familia, se dirige a la frontera con Francia y se hospedan en Colliure, donde morirá un mes después, envuelto en la bandera tricolor, por la que luchó a través de sus palabras.


Su exilio comienza el 22 de enero de 1939, aunque ya había viajado anteriormente a Francia:
En junio de 1899, Antonio Machado viajó a París donde se encontró con su hermano Manuel. En la capital francesa trabajaron para la Editorial Garnier, se relacionaron con Enrique Gómez Carrillo y Pío Baroja, descubrieron a Paul Verlaine y tuvieron oportunidad de conocer a Oscar Wilde y Jean Moreas.
En abril de 1902, Antonio y Manuel hacen su segundo viaje a París. Allí se reencuentran con otro hermano, Joaquín, y Antonio se vuelve con él a España el 1 de agosto. A finales de ese año, ya en Madrid, el poeta entregó a la imprenta de A. Álvarez Soledades (1899-1902), su primer libro.
Entre 1903 y 1908, el poeta colaboró en diversas revistas literarias:  Helios (que publicaba Juan Ramón Jiménez), Blanco y Negro, Alma Española, Renacimiento Latino o La República de las Letras.
En 1907 publicaría una versión ampliada de Soledades a la que llamaría Soledades, Galerías y Otros Poemas.
En la obra poética de Antonio Machado, no aparece ni un solo paisaje francés, ni un nombre de río, ni un sólo monte de Francia. El poeta no cita un sólo topónimo francés. La Francia de Antonio Machado no tiene rostro. El escritor atravesó Francia como un viajero ciego, aunque sí se observa una gran influencia de poetas franceses como Verlaine.
La única evocación del paisaje francés que hace Antonio Machado figura en la entrevista con Ilhya Ehrenburg, en abril de 1937, en una oposición significativa con el paisaje español: «El paisaje francés es suave. Dios lo pintó ya maduro, quizá en su vejez: todo ha sido meditado, todo refleja el sentido de las proporciones; un poco más, un poco menos, y todo se vendría abajo. Pero a España Dios la pintó cuando era todavía joven, sin pararse a pensar mucho en las pinceladas, sin saber siquiera a ciencia cierta cuántas rocas iba amontonando unas sobre otras».
Machado nunca dedicó poemas a los paisajes franceses, pero sí los dedicó a los de Castilla, como refleja su obra Campos de Castilla, donde el poeta identifica el espíritu español con las llanuras castellanas y habla de las dos Españas “la España de charanga y pandereta y la España de la rabia y reflexión”.
La gran conexión con el país vecino hizo que Machado decidiera exiliarse allí, aunque murió al mes de salir de España por una enfermedad. En Colliure se puede visitar el cementerio del poeta.


Hoy encontramos su tumba adornada de numerosas banderas republicanas, flores, adornos y poemas. Hasta julio de 1958 sus restos ocuparon un nicho cercano que le cedió una familia amiga del poeta. Posteriormente muchos intelectuales ayudaron en la colecta organizada para trasladarlo al nicho definitivo, entre ellos Albert Camus, René Char, André Malraux y Pau Casals.
Meses después, en el invierno de 1959, coincidiendo con el 20º aniversario de la muerte de Machado, serían los escritores de la generación de los cincuenta — Gil de Biedma, Caballero Bonald, Ángel González...— los que visitarían Francia para rendirle homenaje.
El traslado de 1958 se aprovechó para colocar en la misma tumba a la madre del poeta, que murió 72 horas después de su hijo y reposaba hasta entonces en la zona del cementerio destinada a los pobres. También las autoridades franquistas aprovecharon el momento para pedir que los restos de Machado fueran llevados a España. La familia, desde el exilio en Chile, se negó. Lo mismo hicieron sus representantes en Francia cuando en 1966 Manuel Fraga volvió a insistir.


Coincidiendo con el 80 aniversario de la muerte de Machado, el hispanista Gibson recalca que la figura de Machado es esencial, porque "es bastante vergonzoso que todavía no se haya resuelto (la polémica entorno a la memoria histórica) y es necesario hacer caso a lo que decía Machado: para dialogar, hay que preguntar y escuchar. Es la fraternidad". Añade además que “si la familia quisiera y con una España en paz de verdad podría volver, pero ahora es importante que permanezca en Colliure porque sigue siendo un símbolo del exilio” en “una España que aún no está reconciliada correctamente”, tal y como él la define.


Alba Cordero
Laura Fernández
María Gómez